Nacido en Cádiz y criado en Chiclana de la Frontera, en el seno de una familia de clase trabajadora, Mario Gallardo Toledo (1991) es el menor de cuatro hermanos. Hijo de una madre con buenas dotes para el dibujo y la pintura y de un padre aficionado al cante flamenco y con destreza para la artesanía, presume de haber heredado de sus progenitores sus tendencias artísticas.
Fue durante su adolescencia, rodeada de amistades, playa y calle, donde va descubriendo su gusto por el cante flamenco, al amparo de las palmas y alguna que otra guitarra de los integrantes de su círculo más cercano, con los que todavía mantiene sus vínculos.
Tras cursar el bachiller de Bellas artes, decide entrar en el grupo de teatro de su pueblo, lo que lo lleva a decidirse por entrar en la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba con 21 años.
“Los mejores años de su vida”, como él los llama, los pasó en la ciudad califal estudiando y dedicándose a su vocación actoral. Durante ese periodo de cuatro años, descubrió también una pasión incipiente por la creación de sus propias obras, pasión que sigue cultivando a día de hoy.
Madrid le arrebató a la Córdoba de mis amores el título de “segunda casa”. Sin embargo, un trocito de mi todavía se pasea por la ciudad más bella, por su judería y por su Palacio de las Quemadas, lugares que me han llevado a ser el artista que soy